Como príncipes, competían por el prestigio entre sí, junto a los ricos empresarios florentinos que construían palacios y capillas privadas cada vez más elaborados.
Sin embargo, sería erróneo imaginar un avance triunfal de la lengua renacentista contra una cultura esclerótica y moribunda, tal como estableció alguna historiografía ya obsoleta: el gótico tardío era una lengua tan viva como siempre, que en algunos países fue apreciada mucho más allá del siglo XV, y la nueva propuesta florentina era al principio sólo una clara alternativa minoritaria, inaudita e incomprendida durante al menos veinte años en la propia Florencia, como lo demuestra por ejemplo el éxito en esos años de artistas como Gentile da Fabriano o Lorenzo Ghiberti.[V-C.
En ese concurso participaron, entre otros, Lorenzo Ghiberti y Filippo Brunelleschi, cuyos paneles finalistas se han conservado.[V-C.
[39][40] Luca della Robbia, que entonces tenía unos treinta años, esculpió una tribuna des chantres clásica de seis paneles, con otros cuatro situados en los espacios entre las ménsulas.
Utilizó los elementos clásicos inspirados en los órdenes arquitectónicos, centrándose únicamente en unos pocos módulos asociados con diversas maneras para evitar la repetición, oponiéndose a las mil facetas de la arquitectura gótica.
De este modo, el espacio aparece claro y mensurable a simple vista, según un ritmo armonioso que se realza con algunos elementos decorativos.
Fue el primer edificio renacentista de planta centralizada: un cubo coronado por una cúpula hemiesférica con un cielo figurado cuyas bóvedas descansan sobre pechinas.
En sus primeros trabajos como iluminador creó figuras geométricas alargadas con prendas sencillas y con pliegues pesados, colores luminosos en un espacio bien definido.
Los artistas podían inspirarse en este patrimonio, eligiendo lo que mejor respondiese al gusto y a la mentalidad del momento.[V-C.
Más tarde, cuando Francesco di Giorgio Martini y Leonardo da Vinci comenzaron a planificar sus ciudades ideales, tomaron prestadas ideas de El Filarete.
17] Pedro gobernó Florencia durante cinco años (r. 1464-1469) y retomó las modas refinadas de las cortes aristocráticas, siendo, por emulación, imitado por la aristocracia urbana.[To.
18] El estilo general se caracteriza por la riqueza de las figuras y su actitud flexible que crean una animación elegante, nunca antes experimentada.[V-C.
Aprendió el oficio de pintor primero como iluminador luego realizando frescos religiosos en los distintos conventos en los que residió y también tablas.
El trabajo debió haber agradado al cliente, porque en los años siguientes se contrató a Domenico para decorar la iglesia de Sant'Egidio.
La luz parece envolver las figuras a partir del dibujo en un claroscuro que devuelve el relieve de forma más atenuada.[V-C.
21] Fra Filippo Lippi tuvo una gran influencia en los artistas florentinos, destacando la investigación de las poses y el predominio del contorno.
[76] Alberti tiene una concepción particular de la arquitectura basada en una actividad puramente intelectual destinada a la creación del proyecto sin asegurar una presencia constante en la obra.
En el palacio Rucellai, unifica varios edificios existentes, centrándose especialmente en la fachada compuesta por una retícula de elementos horizontales y verticales entre los que se insertan las ventanas.
[88] Las últimas obras de Sandro Botticelli se caracterizaron todas por el fervor religioso y reflejaban una reflexión sobre los principios que habían guiado la actividad anterior del artista.
La ubicación inicial prevista sobre los contrafuertes del Duomo fue rápidamente tapiada y la estatua finalmente fue colocada frente al Palacio de los Priores.[V-C.
En Florencia, Rafael estudió la tradición artística local desde el Quattrocento hasta las innovaciones más recientes, demostrando una extraordinaria capacidad de asimilación.[V-C.
En estas obras varíaba continuamente el tema, buscando agrupaciones y actitudes nuevas, con especial atención a la naturalidad, la armonía en un color rico e intenso con un fondo derivado del estilo umbrio.[V-C.
Entre ellos se encuentra Piero di Cosimo, el último gran artista en la línea del arte florentino que va desde Filippo Lippi hasta Botticelli y Ghirlandaio.
Otros escultores, aunque muy activos y solicitados como Benedetto da Rovezzano,[102] no renovaron su repertorio, permaneciendo fieles a la tradición del siglo XIV.
Sin embargo, se asiste a tendencias que buscan superar su ejemplo enfatizando otras características hasta el punto de exagerar.
52] Un modelo del género sigue siendo su La Última Cena en el refectorio de San Salvi, un fresco que le llevó 16 años pintar (1511-1527).
En 1517, creó su obra maestra, la Virgen de las arpías, con sus colores pálidos y su monumentalidad bien calibrada sin forzar la anatomía como sus colegas más jóvenes.[V-C.
Un cierto malestar acortó la presencia del artista en Francia, haciendo de su estancia una «oportunidad perdida» (quedaría en deuda con el rey Francisco por las sumas adelantadas), según Vasari, llamado a Florencia por su esposa.[V-C.
53] Jacopo Pontorno estudió meticulosamente sus temas, la obra era el resultado de un trabajo cerebral cuyas figuras tienen una belleza suspendida y cristalizada.[V-C.
El papa cambió de planes y decidió construir una capilla funeraria conocida como Sagrestia Nuova[N 8] Miguel Ángel estuvo a cargo del proyecto.