Osorio, en vista de esto, decidió reabrir la Real Audiencia y más tarde inauguró la Real Universidad de San Felipe, derogando los decretos dictados en la Patria Vieja y eliminando las instituciones creadas en esta época.
Un día, cuando bajaba Marcó del Pont de su carroza, se le acercó un hombre humilde con fingida reverencia para abrirle la puerta.
La aristocracia entregaba el poder a la única fuerza que en esos momentos aparecía en condiciones de ejercer la soberanía.
Rápidamente, organizó un ejército para enfrentar a las fuerzas realistas, que se encontraban atrincheradas en el puerto de Talcahuano y enfrentar las montoneras (patriotas desertores, indígenas y bandidos) que actuaban en las riberas del Bío-bío.
Los patriotas esperaban a los realistas en Talca, pero estos últimos tomaron otra ruta y sorprendieron al bando de O'Higgins, ganando la batalla conocida como sorpresa porque la tropa patriota no alcanzó a reaccionar bien.
Incluso corrió el rumor de que O'Higgins y San Martín estaban muertos.
En esas circunstancias, Manuel Rodríguez, en el cabildo del 23 de marzo, lanzó un "¡Aún tenemos patria, ciudadanos!"
Alertado por esto, O'Higgins volvió a Santiago, sin el consentimiento de su médico.
Junto a San Martín los recibieron con una salva de cañonazos al amanecer del 24.
Vencen las tropas patriotas, y se produce el abrazo de Maipú.
Por lo que se organiza la expedición libertadora del Perú, con Lord Thomas Cochrane a cargo, quien cumple su misión con ayuda de criollos argentinos y chilenos, entre ellos Bernardo O'Higgins, quien asumió el gobierno del país durante este periodo.