Quiste (biología)

[1]​ La idea de que los microbios podían asumir temporalmente un estado alternativo del ser para soportar cambios en las condiciones ambientales comenzó con las ideas de Antonie van Leeuwenhoek 1702 sobre Animalcules, actualmente conocidos como rotíferos:[2]​ Leeuwenhoek continuó más tarde su trabajo con rotíferos para descubrir que cuando devolvía los cuerpos secos a sus condiciones acuáticas preferidas, recuperaban su forma original y comenzaban a nadar de nuevo.[2]​ En 1743, John Turberville Needham observó el resurgimiento de la fase larvaria enquistada del parásito del trigo, Anguillulina tritici y más tarde publicó estos hallazgos en New Mircoscopal Discoveries (1745).[2]​ Varios otros repitieron y ampliaron este trabajo, refiriéndose informalmente a sus estudios sobre el «fenómeno de la reviviscencia».El informe resultante se inclinó por los argumentos de Pouchet, con la notable disensión del autor principal, que achacó su planteamiento de la cuestión en el informe al temor a represalias religiosas.[4]​ Los quistes microbianos se han comparado con células vegetativas modificadas con la adición de una cápsula especializada.Los grupos siálicos presentes en la pared quística de la Entamoeba histolytica, le confieren una carga negativa que evita su unión a la pared intestinal, lo que causa su eliminación a través de las heces.[8]​ Otros parásitos intestinales, Giardia lamblia y Cryptosporidium también producen quistes como parte de su ciclo vital (véase ooquiste).También ayuda en la dispersión a través del viento o en el tracto digestivo de las aves.[11]​ Entre otros crustáceos, algunos ostrácodoss -como Cypridopsis, Cyprinotus, Physocypria, y Potamocypris- desarrollan quistes de diapausa.[8]​ Las paredes en nematodos están compuestas de quitina reforzada con colágeno.La ingestión de agua, alimentos o materia fecal contaminada da lugar a la enfermedad intestinal más comúnmente diagnosticada, la giardiasis.