En estos géneros, las progresiones de acordes son la característica definitoria sobre la que se construyen la melodía y el ritmo.
Por lo tanto, una versión simple de este blues podría expresarse como I-I-I-I, IV-IV-I-I, V-IV-I-V.
Otras, como el mencionado blues de doce compases puede ayudar a definir y fijar un género entero.
En la música árabe e hindú se utilizan escalas diatónicas, pero también tienen varias escalas no diatónicas, en las que la música no tiene cambios de acordes, permaneciendo siempre sobre el acorde tonal.
Esta singularidad se ha observado también en el hard rock, el hip hop,[2] el funk, la música disco[3] y el jazz, entre otros géneros musicales.
Pueden variarse mediante la adición de séptimas (u otros grados de la escala) a cualquier acorde o mediante la sustitución del relativo menor del acorde IV para dar, por ejemplo, I–ii–V.
El compositor Harlan Howard dijo una vez: "La música country son tres acordes y la verdad".
Con frecuencia, una frase inicial tiene la progresión I–IV–V–V, que termina en una dominante no resuelta, y puede ser "respondida" por una frase similar que se resuelve nuevamente en el acorde tónico, lo que da una estructura de duración doble: Además, dicho pasaje puede alternarse con una progresión diferente para dar una forma binaria o ternaria simple, como la popular forma de treinta y dos compases.