La política religiosa de Constancio II consistió en promover el cristianismo en su versión arriana en el Imperio romano, primero en su parte oriental (337-350) y tras convertirse en emperador único en 350 también en la parte occidental, para lo cual Constancio II impuso drásticas restricciones al cristianismo niceno y al paganismo.Desde el inicio de su reinado en 337 Constancio II llevó a cabo una política proarriana en la pars orientalis que le había correspondido tras la muerte de su padre Constantino I y que trasladó a la parte occidental cuando en 350 se convirtió emperador único.[7] Tras derrotar al «usurpador» Magnencio en 353 Constancio permaneció en Occidente durante los tres años siguientes con el fin de conseguir la unidad religiosa, condición necesaria para asegurar la prosperidad del Imperio.Por su parte los obispos occidentales se reunieron al año siguiente en el concilio de París restableció la «ortodoxia nicea».[12] En definitiva, como ha destacado Claire Sotinel, Constancio fracasó en su intento de unificar una Iglesia cuyo centro institucional fuera el emperador.[cita requerida] Julio Fírmico Materno, un converso al cristianismo, escribiría en su De Errore Profanarum Religiorum:En el campo, por supuesto, los cultos paganos continuaron por doquier, aislados del cristianismo o junto a éste», ha advertido esta historiadora británica.
Retrato del emperador Constancio II aparecido en el llamado «calendario de 354». En él se muestra el ritual que rodeaba a la figura del emperador. «Constancio es representado como
cónsul
para el año 357. Está sentado sobre una plataforma, enmarcada por dos columnas rematadas por un tímpano. Dos cortinas abiertas recuerdan la ceremonia imperial. Está coronado con la diadema imperial, vestido con la
trábea
consular, una toga púrpura ornada con bandas. Con una mano distribuye las liberalidades, aquí de plata; con la otra sostiene el
cetro
de marfil del cónsul o el del emperador».
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