Su consagración católica se celebra el 22 de marzo.
Fue uno de los líderes principales de los semiarrianos y organizó el concilio de Ancira,[1] en el que fueron condenadas las opiniones trinitarias, las sabelianas e incluso las posturas arrianas más radicales que negaban toda semejanza entre el Hijo y el Padre.
[2] Depuesto en 347 y excomulgado por el concilio de Sárdica, obtuvo el apoyo del emperador Constancio II, que le restituyó en el cargo.
[3] Fue nuevamente depuesto, esta vez por el sínodo de Constantinopla, en 360 y exiliado a Iliria.
Aunque al ascender Joviano al poder le solicitó que le restituyera a él y a otros obispos depuestos, murió poco después, aparentemente aún en el exilio.