Aplicados desde una perspectiva elitista, definen lo kitsch, el mal gusto atribuido a las producciones artísticas popularizadas, lo cursi[3] o lo pedante.[4] Criterios semejantes se aplicaban ya en la Antigüedad romana, cuando Petronio fue denominado arbiter elegantiæ ('árbitro de la elegancia') por Tácito.Tras el tratamiento que dio al tema el Renacimiento (Baltasar de Castiglione, El cortesano, 1528) y el Barroco (Baltasar Gracián El discreto, 1648); la Ilustración acuñó el concepto pedagógico de «educación del gusto» (presente en Voltaire o Rousseau).Para Lord Shaftesbury o Diderot, el gusto es una facultad natural y creadora, regida por sus propias leyes.En la misma época se termina concretando el gusto en su aspecto sociológico, como una creación social: la moda.Arnold Hauser desarrolló el mismo concepto desde la metodología del materialismo histórico (Historia social de la literatura y el arte, 1951).El gusto y el consumo están íntimamente ligados; el gusto como preferencia de ciertos tipos de ropa, alimentos y otros productos básicos afecta directamente las opciones del consumidor en el mercado.La definición de consumo en su contexto económico clásico se puede resumir en la frase "la oferta crea su propia demanda".Esta definición, sin embargo, no es adecuada para dar cabida a ninguna teoría que intente describir el vínculo entre el gusto y consumo.Veblen entendió al hombre como una criatura con un fuerte instinto de emular a los demás para sobrevivir.Dado que, en muchos casos, el estatus social se basa, al menos parcialmente, en la propiedad o está representado por ella, los hombres tienden a tratar de hacer coincidir sus adquisiciones con las de aquellos que ocupan una jerarquía social superior.Más que establecer su clase, la gente adquiría bienes solo para consumirlos de forma hedonista.[15] Este tipo de concepción pragmática del gusto deriva su impulso crítico del hecho de que los gustos individuales no pueden observarse en sí mismos, sino que solo los actos físicos pueden ser observados.Basándose en esto, Hennion, Arsel y Bean[16] sugieren un enfoque de teoría práctica para comprender el gusto.Según Simmel, la moda es un vehículo para fortalecer la unidad de las clases sociales y para diferenciarlas.En primer lugar, se ha sugerido que no es razonable rastrear toda la acción social hasta la competencia de estatus; Si bien marcar y reclamar estatus son incentivos fuertes, las personas también tienen otras motivaciones.[18] También se ha argumentado que la asociación entre clase social y gusto ya no es tan fuerte como solía ser.[24] El mal gusto (también gusto vulgar) es generalmente un título que se le da a cualquier objeto o idea que no cae dentro de los estándares sociales normales de la época o el área.