Sociología del arte

La sociología del arte es una ciencia multidisciplinar, recurriendo para sus análisis a diversas disciplinas como la cultura, la política, la economía, la antropología, la lingüística, la filosofía, y demás ciencias sociales que influyan en el devenir de la sociedad.

Sin embargo, la sociología del arte se desarrolló como disciplina particular durante el siglo XX, con su propia metodología y sus objetos de estudio determinados.

Otros autores destacados de esta disciplina son Pierre Francastel, Herbert Read, Francis Haskell, Michael Baxandall, Peter Burke, Giulio Carlo Argan, etc.[2]​ La sociología del arte es una disciplina relativamente nueva, desarrollada principalmente desde la Segunda Guerra Mundial.

Por ello, todavía no tiene unos fundamentos del todo establecidos, siendo abordada desde distintos planteamientos teóricos y metodológicos por los diversos estudiosos que tratan la materia.

La historia social del arte ha puesto especial énfasis en las circunstancias materiales que originan la obra artística, analizando desde ese punto de vista tanto el génesis como la evolución del hecho artístico.

[3]​ El estudio social del arte se debe principalmente a las aportaciones realizadas por la sociología general, como ciencia que estudia la dimensión social de los hechos humanos y los múltiples factores que intervienen en ellos: política, economía, cultura, etc.

La relación entre arte y sociedad es una comunicación fluida, dinámica, que ha ido variando a lo largo del tiempo.

La sociología del arte debe adaptarse pues al contexto específico que rodea cualquier obra artística, por lo que no puede elaborar leyes generales ni extrapolar conclusiones de un hecho artístico a otro.

Cabe remarcar igualmente que no es una ciencia exacta ni pretende aportar explicaciones exhaustivas ni soluciones definitivas, ya que en el arte incurren muchos más factores de índole más subjetiva y difícilmente interpretable.

Posteriormente, autores como James McNeill Whistler, Oscar Wilde, Algernon Charles Swinburne y Stéphane Mallarmé desarrollaron esta tendencia hasta un elevado grado de refinamiento basado únicamente en la sensibilidad del artista.

Para Taine, el arte opera como cualquier otra disciplina científica, sobre la base de parámetros racionales y empíricos: el arte “no es más que una especie de botánica aplicada no a las plantas, sino a las obras del hombre”.

[10]​ Por otro lado, en el Reino Unido, la obra de teóricos como John Ruskin y William Morris aportó una visión funcionalista del arte: en Las piedras de Venecia (1851-1856) Ruskin denunció la vulgarización del arte llevada a cabo por la sociedad industrial, así como la degradación de la clase obrera, defendiendo la función social del arte.

Por su parte, Morris –fundador del movimiento Arts & Crafts– defendió un arte funcional, práctico, que satisfaga necesidades materiales y no solo espirituales.

(1898) se planteó la justificación social del arte, argumentando que siendo el arte una forma de comunicación solo puede ser válido si las emociones que transmite pueden ser compartidas por todos los hombres.

El arte es así un fenómeno mimético que recoge los aspectos más esenciales y universales de los acontecimientos históricos.

[19]​ Antal sentó en La pintura florentina y su ambiente social (1948) las bases de este nuevo método de estudio del arte, relacionando arte y sociedad como una estructura unificada regida por principios causales.

Para este autor, el arte ha de analizarse desde todos los factores que intervienen en su génesis, sean sociales, políticos, económicos, culturales, etc.

Discípulo de Heinrich Wölfflin y Max Dvořák, su adscripción al marxismo será evidente en toda su obra, por lo que recibió numerosas críticas.

Sin embargo, la obra de Hauser, una vez eludida su ideología, es fuente indispensable para el estudio sociológico del arte.

Después de este primer libro teórico, publicó en 1965 El Manierismo, la crisis del Renacimiento y los orígenes del arte moderno, en el que retorna al método interpretativo de su primera obra, si bien acotando enormemente el análisis, lo que resultó en una aplicación mucho más argumentada y matizada de su método.

[22]​ Igualmente, Lucien Goldmann abre la sociología del arte a otras disciplinas como la antropología, la lingüística o la psicología, proponiendo un “estructuralismo genético” en el que el lenguaje es reflejo de una determinada “visión del mundo” presente en toda estructura social.

En La era neobarroca (1987), Omar Calabrese pretende aglutinar todas estas manifestaciones en una “estética social” basada en el gusto común presente en la expresión y comunicación de estas nuevas tipologías, independientemente de su función y cualidad.

Antal, sin ser tan dogmático, fue igualmente criticado, aunque por lo general se considera su estudio como una valiosa aportación a la Historia del arte.

Fuente , de Marcel Duchamp . El siglo XX supone una pérdida del concepto de belleza clásica para conseguir un mayor efecto en el diálogo artista-espectador.
El Museo Guggenheim Bilbao . El siglo XX ha puesto de manifiesto una mayor interrelación entre el arte y la sociedad, lo que se ha hecho patente en la proliferación de nuevos museos.