Tal ubicación responde a la función defensiva desarrollada por la villa desde su fundación en el siglo IX, como una fortaleza musulmana, hasta prácticamente el siglo XVI, cuando Madrid fue proclamada capital de España a instancias del rey Felipe II.
Es el caso del dibujo realizado por Antoon Van Den Wijngaerde en 1562, que puede considerarse como el primer panorama urbano madrileño.
Se llevaron a cabo demoliciones de edificios e iglesias y en su lugar fue trazado un nuevo viario.
Su arcada occidental quedó así integrada en el skyline, creando un eje que comunica longitudinalmente el Palacio Real con la Catedral de la Almudena, cuya primera piedra fue colocada en 1883.
Estos jardines se levantaron a los pies de la fachada oeste del palacio, para lo cual fue necesario nivelar el terreno.
En el siglo XX se añadieron cuatro nuevas siluetas a la panorámica occidental de Madrid.
Esta panorámica también es visible desde la Ciudad Universitaria y desde el entorno de las carreteras A-6 y M-500, recintos, todos ellos, ubicados a una altura menor que el casco urbano madrileño, ante la existencia de una amplia hondonada provocada por el valle del río Manzanares.
Entre éstos, sobresale el Ejército del Aire, que impone en el horizonte su silueta historicista, de clara inspiración escurialense.
Este monumento, situado, al igual que el Ejército del Aire, en la Plaza de la Moncloa, fue ordenado construir por Francisco Franco para conmemorar su victoria en la guerra civil española.
Los primeros rascacielos madrileños fueron erigidos en pleno centro histórico, en el entorno de la Gran Vía, avenida que empezó a construirse en el año 1910.
Su enclave en una depresión del terreno no es impedimento para que su silueta se destaque sobre el horizonte madrileño, con sus 117 y 142 m de altura, respectivamente.
A su considerable altitud (102 m) se añade la singularidad de su cubierta, conformada por una estructura verde, que une las dos torres.
También formaba parte del citado centro la Torre Windsor (106 m), desaparecida en un incendio acaecido en 2005.
[9] Con el inicio del siglo XXI, el horizonte de Madrid evoluciona a un nivel mayor, son las Cuatro Torres Business Area (2006-2010).
Esta perspectiva fue plasmada por el pintor hiperrealista Antonio López García, en el cuadro La Gran Vía, si bien en éste queda excluida la vista del segundo de los edificios referidos.
Al igual que en los casos anteriores, las características topográficas del terreno favorecen su contemplación.
Igualmente conocida es la imagen que puede divisarse desde las plazas de Lima y Cuzco.