En él hoy se ubican varias viviendas y locales comerciales en los bajos del edificio.
Tal vez a los Campuzano, cuyas armas aparecen también en el palacio.
Hacia 1647 se debieron hacer algunas reformas para adaptar las dependencias palatinas a su nuevo uso.
Esta propuesta se afianza además en la planta del palacio, concretamente en las líneas divergentes que dibujan las galerías del patio regular y las de la crujía de la fachada principal.
En la fachada principal se aloja la portada manierista con sillares almohadillados de orden rústico y traza serliana, luego imitados en el acceso al restaurante aquí existente, privada de su remate heráldico.
En el resto del alzado se disponen balcones con antepechos de hierro, quizás manteniendo la composición original del siglo XVI, y se despliega una sutil decoración historicista de principios del siglo XX que disimula el piso que se aumentó sobre la estructura original.
Y, en las techumbres, dejando a la vista las carreras de los forjados, o desplegando alfarjes ornamentales.