Palacio de La Circasiana

[2]​ Muchos datos señalan como año del inicio de la obra a 1893, aunque no tiene una fecha oficial.

En las paredes de la parte más antigua del palacio pueden verse hasta hoy los escudos nobiliarios de los Jijón y sus parientes, aunque no fue hasta 1953 que lograron que su título les fuera nuevamente reconocido por España.

Tras la muerte de la viuda Jijón Caamaño, María Luisa Flores, el palacio quedó abandonado y su único heredero decidió venderlo.

Manuel Jijón construyó su propio palacete en el costado oriental de la manzana, con acceso por la calle Versalles.

[3]​ Esto se confirma al observar la distribución del edificio, con un piso principal colocado sobre la planta baja, al que se accede por medio de escalinatas y de un segundo piso sobre este.

Así mismo, por sus portadas con columnas dóricas, de aspecto claramente neoclásico.

En la fachada norte es posible apreciar las armas de la familia Jijón, talladas en piedra, así como una estatua del Cristo Redentor.

La estructura misma de La Circasiana alberga una riqueza artística y patrimonial invaluables para el país.

En cada habitación, por ejemplo, sobresalen especialmente los techos de madera, latón francés repujado o yeso que han sido finamente tallados y pintados.

Durante la ampliación de la quinta original (que tenía dos pisos) al Palacio actual, se diseñó un patio interior.

En el vestíbulo hay una gran chimenea de piedra y portadas con frontones neoclásicos dan acceso a los salones.

Cuando Manuel Jijón se casó, pasó a vivir en el tercer piso del Palacio, en un pequeño apartamento.

Entre estos destaca una serie de esculturas en mármol denominadas Las 4 Estaciones, que se encuentran flanqueando el acceso occidental y dan la bienvenida a los visitantes.

Además existen dos leones tallados en piedra y cubiertos de bronce, y seis caballos de factura fantástica realizados por el artista ecuatoriano Gonzalo Endara Crow;[7]​ aunque estas últimas sean una adhesión moderna.

[8]​ Los estrechos pasadizos que se ubican en los cuatro costados del distribuidor principal están flanqueados por estanterías de fina madera lacada, en las que se guardan los más antiguos documentos.

Se intenta rescatar la pintura mural que decora muchas de las habitaciones.

Inclusive, la piscina fue rellenada para convertir el patio interior en una galería de exposiciones, propósito que no se ha cumplido.

La fachada este en 1910.
Francisco Schmidt, el arquitecto a cargo de la obra.
La fachada este en 1920.
Fachada oriental.