En junio Alfonso el Batallador, rey de Pamplona y Aragón, le salió al paso encontrándose en el valle de Támara.
Devolviendo los terrenos conseguidos en ambas ocasiones por el reino de Castilla y León y regresando a las fronteras del testamento de Sancho el Mayor.
En él se reconocía la soberanía de Alfonso I el Batallador sobre Vizcaya, Álava, Guipúzcoa, Belorado, La Bureba, Soria, San Esteban de Gormaz y La Rioja.
Además Alfonso I el Batallador renunciaba al título de emperador y cedía algunas plazas fronterizas.
Quedarían en manos del aragonés Belorado y Nájera con la Sierra de la Demanda como frontera natural entre los dos reinos en esta zona.