La muralla de Pontevedra fue una fortificación de la ciudad de Pontevedra (Pontevedra), que desapareció en su mayor parte hacia finales del siglo XIX, aunque en la actualidad se conservan algunos restos, siendo el mayor el paño con almenas en la calle Arzobispo Malvar.
No cambió su forma y fisonomía hasta su demolición, cuatro siglos después.
Surgirá una nueva parroquia, la de San Bartolomé, acogiendo más población e incrementando el territorio amurallado, transformándose el trazado inicial en forma de almendra en una planta casi circular.
La ciudad crecía, y esa pujanza llevaba consigo, entre otras situaciones, el asentamiento de órdenes religiosas que fundaron los conventos de Santo Domingo, San Francisco y Santa Clara, y que aunque estaban situadas extramuros, respondían al aumento de almas a las que propagar la fe.
[4] Al disminuir las amenazas de ataques a la ciudad la muralla va perdiendo su función y utilidad, lo que contribuye en gran medida a que vayan sufriendo un abandono progresivo.
El ataque inglés de Honywood en 1719[5] contribuyó en gran medida a su degradación.
Los más importantes se localizan en la calle Arzobispo Malvar delante del campillo de Santa María; se procedió a integrarlos en el paisaje urbano haciendo un paseo alrededor y zonas de césped.
[10] También en la calle Michelena 20, el restaurante-tapería La Muralla, conservó integrado en el sótano otro paño de la muralla medieval, convertida en un reclamo y un elemento más de la decoración interior.
La Torre probablemente más conocida fuese la Torre de la Bastida, situada en el solar que ocupa hoy el edificio decimonónico de la Casa Consistorial.
Este complejo defensivo se completaba con Torres Fortificadas a lo largo de su perímetro.