El estado de Durango se abstuvo por encontrarse aún reunida su Legislatura.
Los resultados favorecieron a Manuel Gómez Pedraza con once votos; le siguió Vicente Guerrero, quien obtuvo nueve votos, y el resto de los sufragios quedó distribuido entre Anastasio Bustamante, Ignacio Godoy y Melchor Múzquiz.
En México se procuraba fomentar esta idea, que Vicente Guerrero no contrarió.
Desde ese sitio proclamó el Plan de Perote, mediante el cual se desconocía al gobierno electo de Gómez Pedraza y amenazó con no dejar las armas hasta que fuese reconocido Vicente Guerrero como presidente.
Los españoles, que temían siempre movimientos subversivos por parte de los indígenas del país, levantaban por precaución éstos castillos, desde donde intimidaban a los habitantes y en donde sometían a prisioneros y presidiarios.
Santa Anna publicó una encendida proclama, documento que se hizo circular en México a los pocos días del pronunciamiento de Perote, que se verificó el 11 de septiembre, y la noticia llegó a la capital el día 14.
Quizá por eso o por el carácter humanitario de Guadalupe Victoria y que gran parte de los militares no eran adictos a Gómez Pedraza, que no se desplegó con toda su severidad.
Manuel Gómez Pedraza, en su manifiesto publicado en Nueva Orleans, refiriéndose al hecho de que se trata, dice: “En aquel momento era preciso obrar con la velocidad del rayo.
Así fue que después de dos horas no se había dictado la más leve disposición.
Este incidente, aumentó la discordia que dio como consecuencia la falta de medidas y orden necesarias para resistir con éxito un ataque del gobierno, en el caso de que este pudiera allegar elementos suficientes para tomar la iniciativa en las hostilidades.
Una vez dado el primer impulso a la rebelión, el general Guerrero se retiró al pueblo de Tláhuac, no se sabe con que objeto, y Gómez Pedraza, disfrazado, abandonó precipitadamente la capital en la noche del 3 de diciembre, y huyó hasta Guadalajara.