Es entonces que Iturbide salió con dirección a Jalapa con el pretexto de tomar precauciones por los bombardeos sufridos en Veracruz por Francisco Lemaur.
Cuando Iturbide llegó a la capital se enteró de esta nueva insurrección, por lo que destacó a los generales José María Lobato, José Antonio de Echávarri y Luis Cortázar y Rábago contra Santa Anna.
Los generales Bravo y Guerrero se dirigieron al Sur con intenciones de insurreccionarlo, por lo que Iturbide envió fuerzas a combatirlos.
En Veracruz las cosas se pusieron difíciles para los imperialistas, el general Echávarri se opuso a que los prisioneros de Jalapa fueran pasados por las armas con las casacas al revés y en Chiapas el coronel Felipe Codallos se negó a fusilar los oficiales luego de haber diezmado a los insurrectos.
Sin embargo, para cuando los comisionados llegaron a Jalapa, la separación que el gobierno sufría era casi general y los pronunciamientos en contra de este se sucedían con rapidez.
Sin embargo, para ese entonces el gobierno había hecho tales concesiones a los pronunciados que aún con toda esa ayuda sería difícil vencer.