[2] Sobre el rey don Fernando recoge en el siglo XVII el padre Francisco Calderón[notas 1] una tradición de la época que puede orientar sobre la época y circunstancias de la fundación del monasterio: Dejando a un lado la fantasía con la que el autor adorna la tradición, las noticias que facilita tienen relación con la documentación existente en el archivo conventual, y la relación del monasterio con el monarca está probada por la bula de Inocencio IV, en la que dice que ya entonces la comunidad se regía por la orden fundada por Santa Clara de Asís.A pesar de ser una fundación medieval, la iglesia conventual sufrió una radical transformación con las obras llevadas a cabo por doña Ana de la Cueva en el siglo XVI.La cabecera es ligeramente más estrecha que la nave, y está reforzada por una serie de contrafuertes.Hay además cuatro retablos barrocos dedicados a San Juan Evangelista, Santa Ana, San Juan Bautista y San José; según la tradición fueron costeados por el cardenal Bartolomé de la Cueva y Toledo, hermano de Ana de la Cueva, aunque en realidad se trata de obras del siglo XVIII, tal y como advierte la fecha de la inscripción que aparece en el dedicado a Santa Ana, 1761.Además, hay a los pies de la iglesia un gran lienzo del Tránsito de Santa Clara, obra moderna del pintor vallisoletano Luis Sanz López, realizado hacia 1953.[1] Se conservan restos de pintura mural en las cuatro esquinas del claustro, donde se representa a San Blas, Santa Águeda, Jesús en el Pretorio, Santa Clara con San Francisco, y el apóstol Santiago.En el interior del claustro también se localiza un cristo crucificado gótico arcaizante, probablemente del siglo XIV, en un retablo fechable hacia 1540 y formado por dos columnas abalaustradas, enmarcando una tabla con la representación de la Virgen y San Juan.Tiene también esta imagen una tradición milagrosa, en la que destaca la extinción de un incendio en un pinar cercano.