[1][2] El marxismo analítico está fundamentalmente asociado a los académicos del llamado "grupo de septiembre", así llamados dado que se reunían para discutir asuntos comunes cada dos años en el mes de septiembre.
Los miembros más destacados de este grupo son: Gerald Cohen, John Roemer, Jon Elster, Adam Przeworski, Erik Olin Wright, Philippe van Parijs y Robert-Jan van der Venn.
Tanto Karl Popper como Acton y Plamenatz eran, realmente, contrarios ideológicamente al marxismo.
Roemer continuaría rechazando la idea de que la Teoría del valor-trabajo era necesaria para explicar la explotación y las clases.
Significativamente la explotación, como una mera categoría técnica, no implica necesariamente y siempre un mal moral (véase debajo el concepto de justicia).
Para Cohen, todo esto implicaba un compromiso con la filosofía política y moral que buscaba mostrar cómo la economía de mercado era injusto.
Su argumento es ampliamente expuesto en sus libros más recientes: Autonomía, libertad e igualdad (1995) y ¿Si tu eres un igualitarista cómo es que eres tan rico?
En la explicación marxista tradicional, la explotación y la injusticia se dan porque los no-trabajadores se apropian del valor producido por el proletariado, algo que podría ser superado en una sociedad socialista en la cual ninguna clase tendría en su poder los medios de producción ni estaría por tanto en posición de apropiarse del valor producido por los trabajadores.
En otras palabras, el liberalismo libertario permite que afloren desigualdades por motivos relacionados con diferencias de talento y diferencias en recursos externos, esto es así porque asume que el mundo está dispuesto para ser apropiado por las personas en forma de propiedad privada.
Una amplia cantidad de críticos sostienen que el marxismo analítico se ha desarrollado desde premisas metodológicas y epistemológicas equivocadas.
Uno de los motivos habría sido el desestimar la orientación dialéctica del marxismo, que consideraban una "mierda" (bullshit).
El rasgo fundamental de la filosofía marxista es que no es, concretamente, una reflexión en torno al mundo, en clave materialismo, sino que, además, es una filosofía diseñada para intervenir en el cambio del mundo a través de la praxis humana.
Para los marxistas dialécticos, el marxismo analítico tergiversa la doctrina marxista clásica, la desfigura, convirtiendo una doctrina sistemática encaminada a la transformación revolucionaria en un conjunto de discretas tesis que se mantienen o decaen en relación con su consistencia filosófica y validez empírica.