No participó en la Revolución de Mayo, y se mantuvo ligado al comercio exterior.
Por consejo suyo, también se unió al Ejército su hermano Eugenio Necochea, dos años menor que él, que llegó a ser general del ejército chileno.
Luchó en la batalla de Chacabuco a órdenes del general Las Heras.
En ésta — o, según otras fuentes, poco después — fue herido en la mano, por lo que no pudo combatir en la batalla de Maipú.
Permaneció en Chile hasta el comienzo de la campaña independentista al Perú.
La victoria fue posible gracias a la división de Isidoro Suárez, el otro jefe argentino.
No pudo participar en la que sería la victoria definitiva, la batalla de Ayacucho.
Ofendido por esa actitud, regresó al Perú, donde participó en la Guerra grancolombo-peruana comandando la caballería peruana en la Batalla del Portete de Tarqui.
Fue sancionado por el gobernador Manuel Dorrego por pretender volcar una elección en favor de los unitarios, votando con todo su regimiento.
Tras un período en Montevideo, regresó al Perú y retomó sus actividades en la Casa de Moneda.
La casa donde vivió y murió fue demolida en 1965, encontrándose actualmente ahí una tienda de Falabella, irónicamente la placa que había sido puesta a la entrada de la casa fue colocada junto al estacionamiento del centro comercial, para indicar que en ese sitio estuvo alguna vez su residencia, donde también se cree tuvieron lugar las conferencias de Miraflores.