Sublevación de los granaderos a caballo

Los sublevados se unieron al ejército realista del Perú, permaneciendo algunos en el Callao hasta su rendición en 1826.

Producida la sublevación del Callao, Bolívar consideró perdida esa guarnición y la ciudad de Lima, por lo que ordenó desde Pativilca al general Enrique Martínez que sacara de la ciudad el parque y todo lo que fuera útil al ejército.

Para auxiliar en esa tarea ordenó al Regimiento de Granaderos a Caballo, que con una fuerza de casi 200 plazas se hallaba en Cañete observando a la división realista de José Ramón Rodil y Gayoso situada en Ica, que se replegara a Lima.

[1]​ Al observar Orellano la bandera española en el Callao, se dirigió a sus compañeros:

Hoy ha llegado el señor General Martínez y no se adelanta otra cosa sino que los Granaderos a Caballo, después de haberse sublevado en Lurin, y amarrado á sus Jefes y Oficiales y habiendo seguido en la noche hasta Bella vista con designio de incorporarse a los sublevados del Callao, se encontraron con que en la plaza flameaba la bandera española.

El General Necochea fue a encargarse del mando político y militar.

En el instante de recibir el parte me dirigí al Gobierno a decirle que en el acto debía ponerse en disposición de salir toda la tropa que había, y cuando esperaba que debía tomarse alguna medida para ello, encuentro que se estaba tratando de mandar una comisión al Callao compuesta de dos Regidores, para entrar en una capitulación honrosa.

Entonces creí que ya no era tiempo de nada y en su consecuencia, por seguir el orden, renuncié de nuevo el destino de General en Jefe del Ejército del Centro, que me fue admitida y pedí mi pasaporte para presentarme a S. E.

Una parte de los granaderos se hallaba con su jefe interino Alejo Bruix, quien contra la opinión del coronel Soler y desobedeciendo la orden de Martínez, no viajó hacia Lima y se replegó en dirección a Pativilca, alejándose de la sublevación.

anunció al señor Sucre, pienso embarcar los Granaderos, pero con destino á Trujillo, pues es el único medio que encuentro para salvar este cuerpo.

Participaron en la Batalla de Junín bajo las órdenes del coronel Bruix, sufriendo 8 muertos y 16 heridos.

En Chile se hallaron en situación de miseria, solicitando auxilio al director supremo Ramón Freire.

Allí se realizó un inventario el 31 de diciembre: 86 sables, 55 lanzas, 84 morriones y 102 monturas.

A las órdenes del coronel Bogado llegaron 78 hombres, entre ellos los seis que hicieron toda la campaña: Paulino Rojas, Francisco Olmos, Segundo Patricio Gómez, Damasio Rosales, Francisco Vargas, y Miguel Chepoyá.