El libro que contiene este capítulo es anónimo, pero la tradición cristiana primitiva afirmaba uniformemente que Lucas el Evangelista compuso este Evangelio así como los Hechos de los Apóstoles.
[5] Arno Gaebelein señala que, si bien estas parábolas tienen un amplio atractivo y aplicación, al estudiarlas "no debe pasarse por alto que el Señor responde en primer lugar a los fariseos murmuradores".[6].
Frederick Farrar sugiere que "los pecadores" se refiere en general a todas "las clases degradadas y marginadas o excluidas".
Así, la tradición cristiana, apoyada también en otros textos evangélicos, identifica a Jesús con el Buen Pastor:[14]
Dios no permanece inactivo ante nuestra debilidad; Él busca lo perdido con diligencia y se esfuerza en encontrarlo.
La Nueva Biblia del rey Jacobo señala que las mujeres casadas solían llevar esas monedas en una guirnalda de diez piezas.
El hijo menor, después de malgastar su fortuna (la palabra 'prodigal' significa 'derrochador extravagante'), pasa hambre durante una hambruna.
A pesar de ello, el padre lo acoge inmediatamente como hijo suyo y organiza una fiesta para celebrar su regreso.
En la tradición católica occidental, esta parábola suele leerse el cuarto domingo de Cuaresma (en Año C),[21] mientras que en la Iglesia Ortodoxa Oriental se lee el Domingo del Hijo Pródigo.
El relato nos presenta después al padre, cuya manera de actuar es asombrosa, reflejando cómo obra Dios con los hombres.
Ellos se sentían despreciados y ofendidos por la actitud misericordiosa de Jesús hacia los pecadores.