Pero entre todos esos juegos, su preferido es que «otro Asterión» ha venido a visitarlo y recorren juntos la casa.Finalmente se mencionan partes del texto original, por ejemplo que cada nueve años nueve hombres vienen «para que los libere del mal» y deja sus cuerpos en distintas habitaciones vacías para distinguirlas; a partir de aquí Asterión especula acerca de su propia muerte, su casa y el exterior, y espera con ansias a su redentor.[4] La composición del cuento y narraciones de El Aleph coincidió con su turbulenta relación con la escritora argentina Estela Canto.[11] Iba acompañado de una ilustración, de la artista austriaca Marie Elisabeth Wrede, que representaba a Asterión desplomado en el suelo con la cabeza cubierta por un sudario, mientras Teseo se para sobre él, espada en mano.[26] El crítico literario Roberto González Echevarría señaló que Borges empleó la técnica de la desfamiliarización, descrita por primera vez por los formalistas rusos, al agregar un giro inesperado a un mito muy conocido.[32] Borges no rehúye las referencias cada vez más explícitas a la naturaleza monstruosa de Asterion, incluido el terror que inspira en la gente del pueblo y su ritual de masacrar a los jóvenes.[33] Sin embargo, Asterion aparentemente no es consciente de su monstruosa naturaleza, y las emociones que describe (soledad, orgullo, esperanza) son más humanas que monstruosas, y provocan simpatía en los lectores en lugar de horror.[44] Su insistencia en "que alguna vez llegaría mi redentor"[45] es paralela a la exclamación de Job en el Libro de Job : "Porque sé que mi Redentor vive, y se levantará en el último día".[32] La cita deliberada de Job por parte de Borges indica que Asterión considera a su redentor como un Dios supremo, que lo llevará a "un lugar con menos galerías y menos puertas" (es decir, el cielo).[46] El cuento recibió comentarios generalmente positivos de críticos y autores contemporáneos.[48] En una reseña para la revista literaria Sur, la escritora argentina Estela Canto, quien recientemente había terminado su relación con Borges, elogió la historia por su "infinita riqueza" y el uso del simbolismo.
Mientras que el mito se cuenta tradicionalmente desde la perspectiva de
Teseo
, Borges se centra en el
Minotauro
.
Los laberintos ocupan un lugar destacado en muchas de las obras de Borges, incluida La casa de Asterión.