El cuento está concebido según la estructura «en abismo», es decir, con distintas capas narrativas (un relato dentro de otro).
El narrador es ahora Marco Flaminio Rufo, un tribuno militar romano de la época del emperador Diocleciano.
Marco Flaminio Rufo descubre al fin que la inmortalidad no es sino una especie de condena.
La muerte da sentido a cada acto ante la posibilidad de ser el último; la inmortalidad se lo arrebata.
En su viaje, ya en solitario, por los siglos recorrió lugares lejanos, como el puente de Stamford, Bulaq, Samarcanda o Bikanir.
[1] Otro tema presente, y cercano al anterior, es el del infinito, habitual también en la escritura de Borges.
El propio Borges declaró sobre el germen de esta ficción: «Blake escribió que, si nuestros sentidos no funcionaran, si fuéramos ciegos, o sordos, veríamos las cosas como son: infinitas.