Simbad el Marino

También fueron quizás fuente de inspiración las siete navegaciones históricas por el océano Índico en el primer tercio del siglo XV que realizó Zheng He, marino musulmán a sueldo de China, conocido asimismo como Ma Sanbao, quien posiblemente dio nombre al personaje.

La ballena despierta porque los tripulantes han hecho una fogata, por lo que se sumerge en las profundidades y el buque zarpa sin Simbad.

En donde se lava y en donde, un rey amigo suyo, le nombra capitán de puerto.

Sheherezade, en una hábil treta, interrumpe su cuento cada mañana, dejando al rey en ascuas, con el fin de burlar sus intereses homicidas.

El ave lo deja encallado en un inaccesible valle de serpientes gigantes y más aves roc.

Rescatado del nido por los comerciantes, Simbad regresa a Bagdad con una fortuna en diamantes, viendo muchas maravillas en el camino.

Simbad idea un plan para cegar al gigante con una estaca en llamas y así, todos pueden escapar.

Impulsado por la inquietud, Simbad se hace a la mar otra vez y, como de costumbre, naufraga.

Prosiguen funerales similares, pronto Simbad tiene una importante reserva de carne y vino, así como de plata y diamantes, pero no ha podido escapar, hasta que un día un animal salvaje le muestra un pasaje hacia el exterior, muy por encima del mar.

Simbad reconoce inmediatamente la locura de su comportamiento y ordena que todos suban a bordo.

Sin embargo, los padres rocs, enfurecidos, pronto se dan cuenta y tratan de destruir el buque, dejando caer rocas gigantes que portan en sus garras.

Finalmente, Simbad elabora vino y convence al Viejo del Mar de que lo beba.

Cuando el Viejo del Mar se descuida, después de haberse emborrachado, Simbad lo mata y escapa.

Sin embargo, Simbad arroja rocas hacia los animales y estos responden lanzándole cocos.

Descubre un río y construye una balsa, que pasa por una caverna, debajo de los acantilados.

Solo en una tierra desolada, Simbad hace una balsa, navega por un río y llega a una gran ciudad.

Burton incluye una variante del séptimo cuento, en la cual Harún al-Rashid le pide a Simbad que lleve un regalo al rey de Serendib.

Simbad responde: "Por Dios el Omnipotente, oh, mi Señor, he tomado una aversión a los viajes y cuando oigo la palabra 'viaje', mis extremidades tiemblan".

En el viaje de vuelta ocurre la habitual catástrofe: Simbad es capturado y vendido como esclavo.

Ilustración sobre el sexto viaje de Simbad el Marino ( Milo Winter , 1914)
El gigante del tercer viaje, por Henry Justice Ford.
Un roc destrozando el barco de Simbad.
Simbad en la balsa, por René Bull.