Las ruinas circulares es un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges.
Sin embargo, un día el hombre se despierta y por muchas noches no puede dormir.
Reconoce que su primer intento ha sido un fracaso y decide buscar otro método de trabajo.
El hombre le ruega ayuda al dios del Fuego para darle vida a su hijo y esté consciente.
Se acerca de repente un gran fuego al templo del soñador.
Pasa por las llamas sin dañarse, y en ese momento comprende que él también es una proyección, un sueño de otro hombre.
[4] Borges más tarde modificó la traducción y la volvió a publicar en su colección Libro de sueños en 1976.
El «hombre gris» es una descripción que se encuentra en otros cuentos de Borges.
[8] Estas descripciones también hacen recordar al personaje Herbert Ashe de «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius» cuyo apellido quiere decir «ceniza» en inglés.
Todo esto presta a la irrealidad del cuento y al hecho de que el soñador no es un hombre común.
[18] Refiriéndose a las piezas, el poema «Ajedrez» dice: «No saben que la mano señalada / del jugador gobierna su destino, / no saben que un rigor adamantino / sujeta su albedrío y su jornada».
Pero a pesar de extensas y profundas búsquedas Calvino no logró encontrar ninguna traducción que mencionara la «mágica» noche 602.
[24] La crítica Evelyn Fishburn se plantea la misma pregunta con respecto a la alusiva noche 602.
Fishburn especula que es un ejemplar de una edición limitada pertenecido al Burton Club.
[30] Para explicar este concepto Borges sigue: «Minuciosa relación del juego (de un Buddha) quiere decir Lalitavistara, según Winternitz; un juego o un sueño es, para el Mahayanna, la vida del Buddha sobre la tierra, que es otro sueño».
[31] En el ensayo «Magias parciales del Quijote» Borges concluye: «Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios».
Igual es para el escritor quien presenta su obra al mundo como una creación autónoma, que es leída e interpretada por el lector, ya con su propia vida e independiente del escritor.
Dice: «Por lo demás, la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido».
[38] El ensayo «Dreamtigers» habla de «causar» un tigre a través del sueño.
[39] Según Alazraki, Borges constantemente busca nuevas formulaciones, nuevas metáforas, para la misma idea y es un error limitarse a sólo una fuente como la inspiración o motivación de Borges.
[40] Alazraki señala la última línea del ensayo «La esfera de Pascal», un historiado de la metáfora que ve el mundo como una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.