Fervor de Buenos Aires

[4]​ Otros críticos y biógrafos, sin embargo, nos recuerdan que «también existen testimonios que demuestran lo contrario, como por ejemplo, una carta, fechada el 22 de junio de 1921, a su amigo el poeta mallorquín Jacobo Sureda donde le manifiesta su desencanto al regresar a América —donde todo le parece ‘flojo y marchito’— y su deseo de volver cuanto antes al viejo continente».

Existe en ellos una unidad temática general; una expresión sencilla con los rasgos definidos de precisión, elegancia y armonía.

[11]​ De los publicados en España entre 1919-1922 en las revistas ultraístas Grecia, Ultra, Tableros, Gran Guignol, Cosmópolis[12]​ y el periódico Baleares, Borges rescata dos[13]​ que incluye en Fervor de Buenos Aires: «Sala vacía», publicado en Ultra, núm.

[17]​ Sin embargo, en Fervor de Buenos Aires «las huellas del Ultraísmo empiezan a debilitarse».

[22]​ Pero desde su primera aparición, este primer poemario de Borges contaba con un texto titulado «A quien leyere».

era: A quien leyere, Las calles, La Recoleta, Calle desconocida, El Jardín Botánico, La Plaza San Martín, El truco, Final del año, Un patio, Barrio reconquistado, Vanilocuencia, Villa Urquiza, Sala vacía, Inscripción sepulcral [Dilató su valor...], Rosas, Arrabal, Remordimiento por cualquier defunción, Jardín, Inscripción en cualquier sepulcro, La vuelta, La guitarra, Último resplandor, Amanecer, El sur, Carnicería, Alquimia, Benarés, Judengasse, Ausencia, Llaneza, Caminata, La noche de San Juan, Sábados, Trofeo, Forjadura, Atardeceres, Campos atardecidos, Despedida.

[28]​ Así que había sacado los siguientes poemas: «Música patria», «Ciudad», «Hallazgo», «Dictamen», «Alba desdibujada», «Llamarada», «Cercanías», «Caña de ámbar», y «Inscripción sepulcral (Para el coronel don Francisco Borges, mi abuelo)».

[29]​ Ahora el libro consta de treinta y tres poemas: «Afterglow», «Amanecer», «Arrabal», «Atardeceres», «Ausencia», Barrio recuperado, Benarés, Calle desconocida, Caminata, Campos atardecidos, Carnicería, Cercanías, Despedida, El Sur, El truco, Final de año, Inscripción en cualquier sepulcro, Inscripción sepulcral, Jardín, La noche de San Juan, La plaza San Martín, La Recoleta, La rosa, La vuelta, Las calles, Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922, Llaneza, Remordimiento por cualquier muerte, Rosas, Sábados, Sala vacía, Trofeo y Un patio.

[30]​ Más allá de los años que pasó viviendo en Europa durante su juventud, Borges sentía a Buenos Aires como su patria verdadera.

[33]​ En palabras de Carlos Alberto Zito: «En su alma golpean fuerte las barriadas modestas, sus calles íntimas y familiares como patios.

A diferencia de otros poetas, que miraron la ciudad con orgullo y con admiración, Borges contempla sus barrios con una ternura desconocida».

[36]​ En «Amanecer» se cuestiona si Buenos Aires es solo un sueño en la mente del poeta o algo más.

El rasgo esencial que comparten es la oposición al espacio céntrico de la gran urbe bonaerense.

Así el arrabal es un espacio estético y simbólico, casi exclusivamente visitado por un flaneur quien experimenta evocaciones espirituales.

Las calles del arrabal, no eran precisamente lo más representativo para el sentir común bonaerense, sin embargo, Borges intenta ante todo buscar un hueco en el campo literario, para legitimar una poesía que sin romper del todo con la tradición diera cuenta de su diferencia.

[45]​ Sobre El truco Edelweis Serra considera que En «La Recoleta» se saluda a la muerte digna y respetable igualadora de almas.

Sobre «La recoleta» Cintio Vitier piensa que «la muerte se nos expone al principio como un resignado convencimiento y una «deseable dignidad».

[50]​ «Final de año» establece que desfondar la realidad del universo no basta: incluso reducido a una experiencia, hay que preguntarse porqué no acaba de sedimentarse en algo sólido como ser, o dispersarse en algo volátil como el tiempo.

Posteriormente en 1961 Gloria Videla y José Emilio Pacheco afirman la influencia expresionista alemana, desde la estancia de Borges en Suiza.