Emma Zunz

Tras la resolución judicial del caso, el entonces director financiero, Aarón Loewenthal, pasó a ser copropietario de la compañía.

Desde la ventana del piso superior donde reside, Loewenthal sigue atentamente la escena: está impaciente por escuchar el «informe confidencial» de «la obrera Zunz».

La línea narrativa interna se cierra aquí; sin embargo, la credibilidad de la historia de la protagonista, y la del relato en sí mismo, queda en entredicho en el párrafo final, que cuestiona «las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios».

Sin embargo, en algún pasaje, de manera un tanto inesperada para el lector, este narrador parece involucrarse en los hechos y pasa a utilizar la primera persona gramatical.

Según Edna Aizenberg, reconocida hispanista especialista en estudios borgianos, el personaje de Emma Zunz apenas podría ser comprendido sin recurrir al lenguaje del misticismo judío.

[5]​[6]​[7]​[8]​ A juzgar por el sistema onomástico escogido por el autor, casi todos los personajes de Emma Zunz pertenecen de alguna manera a la comunidad germanojudía inmigrante en Argentina; a este patrón responden los apellidos del trío protagonista, las amigas de Emma (las hermanas Kronfuss), el socio de su jefe (Tarbuch) y su esposa, ya fallecida (Gauss), e incluso la identidad falsa del padre (Maier), que significa «aquel del que emana la luz» (the one who radiates light).

Tumba de Jorge Luis Borges en el Cementerio de los Reyes, en Ginebra ( Suiza ).