En Jutiapa un 64.3% mayoritariamente es ladina y un 35.7% es xinka un pueblo no relacionado con los aztecas o mayas.
En Jutiapa la tierra es fértil y a ella se dedica gran parte de su población.
Entre los productos agrícolas que produce Jutiapa se encuentran: cebolla, chile jalapeño, chile pimiento, maíz, maicillo, frijol, arroz, tabaco, café en mínima proporción y caña de azúcar.
El departamento de Jutiapa cuenta con un hospital, el cual lleva por nombre Ernestina García vda.
Según censo que se realizó en 2018 el porcentaje de población Xinka es del 35.7%, ladino 64.3 y otros 0.4%.
Entre otras cosas, el señor Amado hacía constar que en su visita ordinaria a estos municipios localizaron 9 monolitos de piedra labrada y se ordenó su traslado a la capital, con destino al Museo Nacional.
Los mayores conglomerados urbanos eran los de Mictlán, en la actual Asunción Mita, y Paxá, hoy Pasaco( el hombre del saco).
Un pueblo que se creía casi extinto resurge para tomar su lugar en la historia.
Conguaco era cabecera de una jurisdicción que comprendía Ysulca, Moyuta, Pasaco y Jalpatagua.
La modernización positivista emprendida por los gobiernos liberales dio lugar a topónimos occidentalizados; por ejemplo, el caso de Chingo Arriba, Chingo Abajo y Hueviapa, se convirtieron respectivamente en Esmeralda, Jerez y Miramar.
Muchos años después, siempre con gobiernos liberales, el gobierno del general Jorge Ubico cambió otros nombres: la aldea «El Conejo», de El Progreso, cambió su nombre por el de «Las Flores»; Los Matasanos, se llamó «Betania»; y La Burrera pasó a ser «Nueva Esperanza».
La razón del desarrollo de estos municipios se debe a un alto nivel educativo mayor al promedio departamental y en el caso del primero un alto nivel de salubridad.
Además tanto Jerez como Atescatempa son municipios fronterizos con El Salvador.
Esto, no obstante, parece ser una irónica jugarreta del destino, porque el mar frente a sus costas es apacible como pocos.
El Chingo está partido en dos por la línea limítrofe entre Guatemala y El Salvador; sin embargo, es un paseo muy querido por la gente de sus alrededores.
El Ixtepeque está hecho casi completamente de esa vidriosa roca llamada obsidiana.
El Suchitán mantiene un casquete boscoso tan peculiar, que mucha gente desea convertirlo en área protegida.
Probablemente el andinismo sea la actividad que con más vehemencia dirige su atención a este departamento.
Este paraje combina la existencia de una gruta, a cuya boca se ha construido una pequeña piscina.
El agua, cristalina como pocas, procede del interior de la cueva, razón por la que resulta notoriamente fresca.
Entre cuyos ingredientes rituales estaba la ceniza como un símbolo de la vida y la muerte.
En todo su territorio se encuentran restos de lo que fueron las ciudades pupulucas, pipiles y xincas.
Estudios recientes muestran el alto grado de adelanto alcanzado por estos grupos indígenas.