Es conocido como el relojero milanés que acompañó a Carlos I al Monasterio de Yuste.
Llegó a España en 1556 llamado por Carlos I y, ya como Juanelo Turriano, fue nombrado relojero de Corte y construyó para este rey dos famosos relojes astronómicos, el Microcosmo[2] y el Cristalino,[3] que le hicieron ser conocido en su época, porque eran capaces de indicar la posición de los astros en cada momento, con el objeto de realizar interpretaciones astrológicas.
Reclamado por el papa Gregorio XIII, participó en la reforma del calendario.
Se ha calculado que en su mejor momento podía ascender en torno a 16-17 metros cúbicos al día (16-17 mil litros).
Para ello, se basa en las escenas que adornan las vestiduras de las apariciones celestiales, en el misterioso monje de hábito gris, y en el paje que, en primer término, señala claramente el símbolo rosacruz en una de las túnicas.
De vez en cuando, se lleva la cruz a los labios y la besa.
[18] Al parecer también escribió otros muchos libros y tratados, aunque como eran de temas militares se consideraron secretos en la época en la que vivió y no llegaron a ver la luz en su momento, siendo publicados muchos años después.