Dicha región constituía un baluarte del integrismo, gracias a su economía cafetalera.
La operación estaba dirigida por Máximo Gómez, que dedicó un tiempo previo a organizar sus tropas.
Soldados españoles y grupos montoneros ofrecieron una feroz resistencia a la invasión.
Los colonialistas superaban con creces el número total de los insurrectos, y se hallaban mucho mejor apertrechados.
A escasas semanas de comenzada, la invasión a Guantánamo se convirtió en un símbolo del poder insurgente mambí y una muestra fehaciente de la radicalidad del proceso independentista cubano.