En ella participaron la mayoría de los principales cabecillas independentistas: Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo y Francisco Vicente Aguilera, así como varios oficiales dominicanos al servicio de España que rápidamente se pasaron al bando cubano: Luis Marcano, Máximo Gómez y, posteriormente, Modesto Díaz.
El teniente coronel Julián Udaeta, jefe militar de la plaza al mando de 180 hombres bajo instancias del gobernador de la isla Francisco Lersundi emite un bando en el que declara que ordena ejecutar a cualquier habitante de la ciudad que cooperara con los mambises, pero esta orden no surtió efecto en la población civil, que partió masivamente a ayudar a las tropas mambisas.
El teniente general Luis Marcano acudió a la plaza de la iglesia mayor, donde rindió sin luchar al Brigadier Modesto Díaz, que era pariente suyo y que inmediatamente se unió a las fuerzas cubanas.
Céspedes envió a Aguilera y al recién incorporado Modesto Díaz a repeler un refuerzo español al mando del teniente coronel Manuel López del Campillo, procedente de la ciudad de Manzanillo.
Un punto neurálgico del oriente cubano ahora se hallaba en poder de los sublevados.
Pocos meses después, hacia diciembre de ese año, las fuerzas cubanas no pudieron evitar el contraataque español sobre la ciudad liberada.