Ordenó a su subordinado, el joven capitán estadounidense Henry Reeve, que siguiera el rastro del enemigo a marchas forzadas.
Al divisar al enemigo, Agramonte y el capitán Palomino fueron los primeros en cargar contra los españoles, seguidos por Reeve y el resto de los cubanos.
En medio de la lucha cuerpo a cuerpo y aprovechando la confusión, el brigadier Sanguily escapó con los cubanos, dejando atrás varias bajas enemigas.
A pesar de haber sido solo una escaramuza, este hecho esparció los nombres de Ignacio Agramonte, Henry Reeve y Julio Sanguily por toda Cuba, convirtiéndolos en héroes a los ojos de los independentistas cubanos y provocó cierta desmoralización entre las tropas españolas en el Camagüey.
Además, se logró rescatar con vida a un importante líder independentista cubano.