Ocuparon las zonas de Sogdiana y Bactriana, después penetraron por Irán y por India por el Noroeste, llegando a India Central, aprovechando la gran desestabilización del imperio de los Gupta a finales del siglo V.
Produjo una gran desestabilización de los pueblos bárbaros asentados en Europa Central y Oriental.
Los hunos consiguieron asentarse en las orillas del Danubio, donde entablaron conversaciones amistosas con el Imperio romano, a quien ayudó en sus guerras con los germanos.
El origen de los hunos que se asentaron en Europa durante el siglo IV es todavía incierto.
Le sucedieron sus dos sobrinos, Atila y Bleda, que reinaron conjuntamente, repartiéndose los territorios pero manteniendo la unidad de la confederación.
En esta campaña, el ejército huno se acercó alarmantemente a Constantinopla, saqueando Sárdica, Arcadiópolis y Filipópolis en su camino.
El Imperio romano ya tenía bastantes problemas internos, como hambruna o plagas, así como disturbios y varias series de terremotos en Constantinopla.
Todo esto cambió en el año 450, cuando Honoria, hermana del emperador Valentiniano III, envió a Atila un anillo y le pidió ayuda para escapar de su compromiso matrimonial con un senador.
A las fallidas relaciones, se añadió una disputa que surgió entre Atila y Aecio referente al heredero legítimo del trono de los francos salios.
Asimismo, las repetidas incursiones en el Imperio de Oriente habían dejado poco que saquear en el este.
Una vez en la Galia, los hunos atacaron Metz y continuaron hacia el oeste, pasando tanto Lutecia como Troyes para asediar Orléans.
Reforzados por las tropas francas y visigodas bajo el mando del rey Teodorico, las fuerzas romanas se encontraron con los hunos en la que sería conocida como la batalla de Châlons.
Al año siguiente, Atila renovó sus exigencias sobre Honoria y los territorios del Imperio romano de Occidente.
Sin embargo, los otros hijos de Atila, Dengizik y Ernak, disputaron el trono a Elak.