Sin embargo, John L. La Monte sostiene que es más probable que Hugo II de Le Puiset ya estuviera en Tierra Santa en 1106 junto a Bohemundo de Tarento.
Entre ambos había una estrecha relación, pero "...se rumorea que tiene demasiadas confianzas con la reina..." (Guillermo de Tiro, 14.16), y pasó a tener muy malas relaciones con el rey Fulco, debido a los celos.
Cuando llegó el día fijado para el combate, Hugo no se presentó, por lo que fue declarado culpable in absentia.
Hugo permaneció en libertad en Jerusalén esperando un barco que lo llevara a su exilio.
Un día, mientras está jugando a los dados en la calle, fue brutalmente atacado por un caballero bretón.
En cualquier caso, el caballero dijo haber actuado por su propia cuenta: Fulco, muy a su pesar, no contó en la disputa con el favor del pueblo.
Sea o no Fulco quien hubiera contratado al caballero bretón, Hans Mayer y otros historiadores creen que provocó deliberadamente a Hugo a rebelarse para poder obtener el control personal de Jaffa, ya que a pesar de que Hugo muriera antes de cumplir sus tres años de exilio, sus territorios permanecieron bajo dominio real durante el resto del siglo XII.
Los Señores de Ibelín y Ramala se convertirán en piezas fundamentales del reino en este siglo.