Ejercía una combinación de funciones, que fundían los poderes legislativo y judicial.
En su base estaba la idea del parlamento medieval: el soberano necesitaba el consentimiento de sus súbditos en ciertos asuntos, como los impuestos y las obligaciones militares.
Se encargaba de aplicar los impuestos que gravaban a los habitantes del reino y votaba las expediciones militares.
También era el único cuerpo judicial con capacidad para juzgar a los nobles.
Cada nuevo reinado empezaba con una reunión de la Alta Corte para reconocer formalmente al nuevo rey y prestarle juramento de homenaje.