Heliea

La acusación era siempre, en ausencia del equivalente a nuestros «ministerios públicos», una iniciativa personal de un ciudadano.

Así, a título de ejemplo, para un proceso privado se reunían normalmente 201 jueces, 401 excepcionalmente.

Se celebraban doscientas reuniones anuales, cada una bajo la presidencia de un magistrado que no tomaba parte en la votación.

[2]​[3]​ El mismo Aristóteles afirma en otra obra suya que los tribunales son un elemento democrático en la constitución de Solón.

[7]​ Aquellos que sufrían de defectos intelectuales o corporales, también eran exceptuados si sus taras les impedían apercibir los procedimientos.

Si una persona descalificada participaba en un jurado, la información que era presentada contra él le conducía ante la Heliea.

[7]​ El cargo público de heliasta no era obligatorio, pero los ciudadanos que deseaban ejercer estos servicios debían solicitarlo.

[11]​ Después de la elección, los heliastas tenían que prestar juramento una vez al año.

[14]​ Las diez secciones (mérē), distinguidas con las letras del alfabeto griego desde la Α hasta la Κ, no coincidían con las diez tribus, sino que cada sección tenía aproximadamente un número igual de jueces de todas las tribus.

El Areópago mantuvo su competencia sólo para los crímenes, homicidios e incendios provocados,[23]​ mientras que los arcontes podían imponer algunas multas menores.

Las cámaras se situaban en el exterior, puesto que no existía un edificio específico donde alojarse.

Tras realizar una investigación preliminar, tenía que citar a los litigantes y testigos para comparecer ante el jurado.

[28]​ Las decisiones se tomaban votando luego de una deliberación, para la cual no existía un plazo determinado.

[29]​ Durante los casos civiles, el proceso de votación era diferente, ya que las ánforas eran tantas como las partes litigantes.

Esta cláusula de la proposición fue, sin embargo, enmendada con la moción de que el caso fuera juzgado ante mil quinientos jurados por la vía ordinaria, si se quería llamarlo a juicio por desfalco y cohecho, o malversación.

Si el tribunal juzgaba que la ley o la proposición de ley era contraria a las leyes generales de la ciudad, no solamente era anulada, sino que su autor y el epístata que dirigía los debates en el momento de su adopción (o proposición) estaban sujetos a graves sanciones, llegando hasta la atimia.

Si el tribunal era apelado para juzgar una ley en curso de proposición y que la había declarado compatible con la Constitución, eso entrañaba su adopción sin reexamen por la Ekklesía.

La Heliea se convirtió al cabo del tiempo en un colegislador, compartiendo el poder legislativo con la Boulé y la Ekklesía.

El resultado fue que, a partir de 355 a. C., las luchas políticas no tuvieran lugar más en la Pnyx, sino ante los tribunales.

Recinto de las ruinas del tribunal de la Heliea. Estoa de Átalo al fondo. Ágora de Atenas .
Fichas de voto utilizadas por los jurados de la Heliea, Museo del Ágora de Atenas .
Cleroterion , máquina de sorteo de los jurados, Museo del Ágora de Atenas .