Las focas moteadas se apegan a sus familias descansando en zonas que les son familiares, generalmente áreas rocosas donde no pueden ser alcanzadas por depredadores, y en las que tienen un suministro seguro de peces para comer.
Estos pinnípedos poseen sistemas muy desarrollados de mecanorrecepción, por lo que pueden detectar y discriminar objetos por contacto directo con los mismos, así como analizar movimientos de agua, lo que resulta fundamental para su orientación.
Cada individuo posee un patrón único de manchas oscuras (o manchas claras en un fondo oscuro) que varían en color de negro parduzco a canela o gris; su vientre es generalmente claro.
Los orificios aparecen distintivamente con curvas en forma de V; mientras que otros fócidos, no tienen orejas, o pabellón auricular.
Aunque no forman grupos tan grandes como otras focas, son animales gregarios.
Las madres son las únicas que los cuidan con una lactancia de cuatro a seis semanas; los machos pasan su tiempo peleando entre sí.
Amamantadas de tres a cuatro semanas, las crías se alimentan de la leche materna rica en grasa y crecen rápidamente; nacen pesando 16 kilogramos, las crías pueden doblar su peso en el momento del destete.
Este momento en tierra firme es importante para el ciclo de vida y puede ser interrumpido cuando hay una presencia humana sustancial (Sullivan, 1989).
Prefieren permanecer relativamente cerca de la costa en zonas submareales e intermareales, y no han sido observadas en zonas pelágicas más allá de las Islas del Canal; además, a menudo se aventuran en bahías y estuarios e incluso nadan en ríos costeros.
Frecuentemente se arrastran en grupos pequeños o medianos hasta los afloramientos rocosos, marismas, playas arenosas e incluso muelles pesqueros.
Se alimentan en aguas litorales poco profundas de arenques, platijas, merluzas, anchoas, bacalaos comunes y sculpins (Newby, 1978).
No hay indicación de que estas especies tengan características territoriales en el agua, y definitivamente tampoco manifiestan ninguna en tierra.