Las explotaciones pesqueras o pesquerías son los esfuerzos organizados para capturar peces u otras especies acuáticas mediante la pesca.
En la pesca industrial se buscan también subproductos como aceites y harinas que no van destinados al consumo humano directo.
Sin importar el destino de las capturas, el término pesquería se refiere al esfuerzo pesquero realizado en una región determinada o sobre una especie en particular, usándose indistintamente ambos criterios para definirlas.
Dependiendo del mercado que se busca, se utilizan diferentes métodos de pesca pues la eficiencia en la captura de peces puede variar dependiendo del sistema implementado: arrastre, línea, acuicultura, etc.
[1] Los 10 primeros países en cuanto a volumen de producción fueron en orden la República Popular China (excluyendo a Hong Kong y Taiwán), Perú, Japón, los Estados Unidos de América, Chile, Indonesia, Rusia, India, Tailandia, Noruega, Dinamarca e Islandia.
La corriente de Humboldt en Ecuador, Perú y Chile es el «área pesquera más productiva del planeta».
Entre ellas están las pesquerías de arenque, merluza, sardina, atún, rodaballo, lisa, calamar, gamba, salmón, cangrejo, langosta, ostra y vieiras.
Muchas otras especies son explotadas en pesquerías locales o globales pero representan volúmenes de captura considerablemente más bajos.
La ingeniería pesquera es la disciplina académica que se encarga del estudio y la gestión de las pesquerías.
Esto a menudo crea tensiones entre los pescadores y la comunidad científica o los organismos de gestión.
Por otro lado, el bacalao y las sardinas estuvieron al borde de su extinción en el siglo XX.
Al ser un negocio muy lucrativo, muchos países decidieron invertir en pesquerías para lograr una pesca industrial con el fin de reducir costes, presentando precios asequibles para las poblaciones.