Con estas primeras palabras el papa anuncia el objeto de la que sería su penúltima encíclica; le mueve a ello contemplar, junto a las muestras de las labor pastoral del clero, deseos de innovación tanto en cuanto a la formación del clero como al ejercicio del ministerio sacerdotal.
Recuerda las enseñanzas al respecto de San Pablo, que se continúa en los santos padres; San Juan Crisostomo lo expuso con especial fuerza, el sacerdote es otro Cristo, y el Sacerdocio Estas características del ejercicio del sacerdocio -explica el papa- caracterizan también la formación que deben recibir los futuros sacerdotes, distinta y separada de la que corresponde a los laicos; por esto para la formación de los futuros sacerdotes se deben aplicar unas normas distintas y separados de las que se aplican a los laicos.
Esta distinción debe permanecer en todos los tiempos aunque, por supuesto, en la formación sacerdotal se debe prestar atención a las condiciones de los tiempos, y esto aconseja ahora proveer en los sacerdotes una cultura más sólida, que ayude a abrir más campos a su ministerio, pero, ante todo, debe conocer bien las ciencias sagradas.
El papa señala la atención que debe prestarse a la organización disciplinaria y educativa de los seminarios, en los que solo deben admitirse los jóvenes que den esperanza de consagrarse perpetuamente al ministerio sacerdotal; por lo demás, el empeño en el estudio de los seminaristas no debe hacerles desatender a su progreso espiritual.
Esta formación de los sacerdotes le ayudarán en su atención al pueblo que se le encomendado, pues Por esto, el papa manifiesta su deseo de que los candidatos al sacerdocio sean instruidos en los documentos pontificios que refieren a la cuestión social y democracia cristiana;[d] pero al mismo tiempo han de abstenerse de la participación en los movimientos sociales; su misión es instruir a los fieles en las verdades espirituales y eterna, conducirlos a una vida honesta y promover su participación de aquellas instituciones que sean eficaces para alcanzar la mejora material y moralmente del pueblo, defendiendo siempre los principios de la caridad y la justicia.