Los intentos de 1819 y 1826 de sancionar una constitución unitaria que centralizase en Buenos Aires el poder administrativo directo sobre todo el territorio nacional extremaron la situación, y las medidas políticas tomadas por las provincias en los años sucesivos –como el Pacto Federal– estuvieron orientadas a garantizar que una situación así no pudiera producirse.
Entre 1863 y 1880, las autoridades federales residieron en Buenos Aires, pero careciendo de autoridad administrativa inmediata sobre el territorio en que se alojaban; el incómodo contubernio llevó en 1874, cuando las elecciones consagraron al candidato del interior, Nicolás Avellaneda, al alzamiento de los porteños, encabezados por el derrotado Bartolomé Mitre.
El Congreso sancionó una ley que prohibía a las provincias la movilización sin permiso expreso federal, pero Buenos Aires la ignoró.
El Congreso, desde la sede provisoria de Belgrano – en el edificio del actual Museo Histórico Sarmiento –, disolvió la legislatura porteña.
Con su ratificación días más tarde por la legislatura porteña, se separó a Buenos Aires de la provincia homónima.