Escultura virreinal peruana

Los principales focos artísticos en el Virreinato desde los que irradiaron tanto obras como maneras de hacer al resto del territorio fueron Lima dada su importancia como capital del virreinato y donde la influencia sevillana fue más perdurable, y el quiteño, quizás el que presentó una idiosincrasia más acusada en el desarrollo de las artes.

La capitalidad que ostentó Lima en el Virreinato y el ser centro de las relaciones comerciales con la península provocó su rápido crecimiento urbano.

En el último cuarto del siglo XVI maestros italianos como Bernardo Bitti o Angelino Medoro ambos pintores y escultores introdujeron la influencia italiana en ambas artes, más perdurable en la pintura pues a finales de siglo ya se imponía el realismo de influencia andaluza en la escultura.

[1]​ En Cuzco estos talleres crearon un estilo cada vez más diferenciado del andaluz también presente en la ciudad.

La calidad escultórica de sus relieves pero sobre todo los elementos de su arquitectura como los frontispicios y otros elementos decorativos constituyeron una referencia clave tanto en otras sillerías limeñas posteriores, como en las que se realizarán en Cuzco y otras ciudades del Virreinato, en las que con el tiempo se fue tendiendo a un mayor barroquismo.

Lima siguió fiel a la herencia montañesina continuado por Bernardo de Robles y Lorenzana.

En Cuzco y su región las tradiciones locales adquirieron mayor peso tanto en la escultura como en su escuela pictórica.

La gran figura del momento fue Juan Tomás Tuyro Túpac descendiente de la antigua nobleza incaica.

Este estilo se mantuvo hasta final de siglo aunque lentamente, fue adaptando rasgos barrocos.

A finales del siglo XVII, la llegada de jesuitas europeos entre los que figuraba el italiano José Brasanelli introdujo una fuerte influencia del barroco europeo en el arte local, si bien este influjo se fue suavizando gradualmente y adoptando características de la estética indígena buscando acercarlo a la mentalidad guaraní.

En el siglo XVIII la escultura de Quito alcanzó un prestigio que trascendió el ámbito del Virreinato reconociéndose en la metrópoli y en otros países europeos, fundamentalmente en Portugal e Italia.

Natividad (siglo XVIII ) de Manuel Chili Caspicara
Sillería del coro de la Catedral de Lima. Pedro de Noguera
Retablo mayor de la iglesia de Chacas , Áncash , construido entre 1750 y 1755.
Virgen de Quito de Bernardo de Legarda