Hijo del escultor Jerónimo Pérez de Lorenzana, inició su carrera artística junto a su padre en su ciudad natal.
En 1662 se halla establecido en Arequipa, donde ejecutó importantes obras como el Cristo de la Vera Cruz.
Según se refleja en varias donaciones que realizó en esta época, y por las dotes que dio para los matrimonios de sus hijas, había logrado amasar una pequeña fortuna y vivía de manera desahogada.
Su formación tuvo lugar junto a su padre, el escultor Jerónimo Pérez de Lorenzana, en Salamanca, donde estuvo en contacto con obras de escultores del foco castellano y salmantino como Gregorio Fernández y Pedro Hernández.
Esta mezcla estilística hizo que algunas de sus obras fueran atribuidas a Juan Martínez Montañés en el pasado.