El templo, aunque fue estudiado a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, no se puso en valor hasta que el cronista de Burgos, Luciano Huidobro, le atribuyó un supuesto origen mozárabe en 1927.
La arquitectura visigoda evidencia que existe una continuidad palpable con las tradiciones arquitectónicas anteriores, es decir, el arte romano.
Pero esta continuidad no implica una simple imitación, sino una reinterpretación creativa de los elementos usados por el arte romano y utilizados en un contexto cultural diferente.
Aunque es evidente esa herencia romana, los visigodos también utilizan elementos propios de su identidad germánica en su arte y por supuesto en la arquitectura.
Las iglesias visigodas a menudo presentan una planta basílica, estas estructuras se componen de una nave central flanqueada por pasillos laterales, lo que refleja la influencia continua de los modelos romanos.
A pesar de la corta duración del reino visigodo en la península ibérica, su arquitectura dejó un legado muy relevante.
Solo se conserva la capilla mayor y el transepto por lo que solo tenemos una visión parcial del templo original, pero sí que tendría originalmente naves laterales y nave central.
Además destaca por su sencillez y austeridad, que son características típicas de la arquitectura visigoda.
Seguimos con este análisis con el arco de triunfo, el cual, nos guía a la capilla desde el crucero; se presenta con decoraciones como palomas, zarcillos y racimos; estos adornos nos revelan detalles ornamentales y simbólicos; también presenta bloques de piedra prismáticos que sirven como capiteles.
Para terminar, decir, que el robo y la posterior recuperación de dos sillares con relieves, añade importancia artística y singularidad a la obra; además de que su datación a finales del siglo VII o comienzos del VIII puntúa su contribución al patrimonio artístico de la época visigoda, y cuya restauración hecha después de que la declarase Monumento Nacional en 1929, enseña el interés por conservar y destacar esta obra.
Castresana López, Álvaro (2015), Corpus inscriptionum christianarum et mediaevalium provinciae burgensis: ss. IV-XIII.