El término erotismo (del griego ἔρως: érōs) designaba originalmente el amor apasionado unido con el deseo sexual, sentimiento que fue personificado por el dios Eros.Esta cualidad puede encontrarse en cualquier forma de arte, como la pintura, la escultura, la fotografía, el teatro, el cine, la música o la literatura.Desde el punto de vista moral, por tanto, no se condena tan severamente como la pornografía, que a menudo es calificada de obscena o indecente; sin embargo, como la moral varía según las culturas y las épocas, ciertas representaciones que antes se consideraban obscenas o sulfurosas ahora se conciben simplemente como eróticas, es decir, que despiertan el deseo.[10] Esta confusión, como escribe la historiadora Lynn Hunt, «demuestra la dificultad de trazar... una clara demarcación genérica entre lo erótico y lo pornográfico: la historia de la separación entre pornografía y erotismo... aún está por escribir».El erotismo puede manifestarse desde lo sutil e inocente, hasta en algo profundamente íntimo y sexual cuando existe confianza entre las partes involucradas.En este sentido, los aficionados al cómic japonés distinguen el Ecchi (エッチ), que no muestra el coito, del hentai (変態), plenamente pornográfico.Las nuevas necesidades de entretenimiento y la ampliación de la audiencia que se produjeron con el Renacimiento propiciaron que poetas y literatos creasen nuevas obras en la misma línea, inicialmente destinadas a sus nobles patrones, pero accesibles también a un público más amplio.Como señala Easton, por ejemplo, en el caso del arte medieval obras que podrían catalogarse hoy como «eróticas» han sido consideradas en cambio ejemplos de arte religioso,[16]y la expresión erótica en ellas ha sido interpretada como referida al éxtasis espiritual y no al erotismo carnal, problema que aparece también en la discusión de la obra escrita de autores místicos que describieron sus experiencias espirituales en lenguaje a menudo erotizado.[16] Mientras las escenas con desnudos que demandaban a los pintores italianos del Renacimiento, sus patrones cardenalicios o papales (como los frescos pintados por Rafael en el baño del cardenal Bibbiena) y los reyes y nobles de las cortes europeas (incluido el muy austero Felipe II), estuvieron arropadas por el pretexto mitológico y destinadas a decorar sus salones o dormitorios, no se generó polémica alguna; todo quedaba en casa.Pero cuando Marcantonio Raimondi realizó e imprimió en 1524 una serie de dieciséis grabados obscenos, que empezaron a distribuirse entre un grupo más amplio, el Papa Clemente VII hizo todo lo posible por suprimirlos.También sufrieron lo suyo los sesudos y eruditos filósofos que, ante la numerosa cerámica hallada en Grecia del periodo arcaico (800 a 480 a. C.) con explícitas escenas de pederastia, se vieron obligados a conjugar su admiración por grandes filósofos griegos como Sócrates o Platón, con la idea de que ambos mantuvieron relaciones sexuales con jovencitos.Nuestra mentalidad judeocristiana, que considera el sexo como algo pecaminoso, hace que todavía en la actualidad, aunque cada vez menos, se separen en algunos museos los objetos con representaciones eróticas del resto para no herir la sensibilidad de ciertos visitantes.Ahora bien, para juzgar todo este material de forma objetiva hay que entender primero que la sexualidad no fue considerada en la antigüedad clásica algo pecaminoso y contrario a la espiritualidad, como ocurrió más tarde en las sociedades cristianas.En segundo lugar, no todos los objetos o estatuas grecorromanas con motivos eróticos tenían como propósito la excitación sexual.Precisamente, muchas de los motivos que resultaron obscenos a los primeros investigadores están en realidad relacionadas con las creencias religiosas del mundo clásico.Los temores que ya había suscitado la fotografía como medio de expresión del erotismo por su aparente y extremado "realismo" se vieron naturalmente acrecentados al inventarse el cinematógrafo y al comprobarse su rápida popularización.Las adiciones posteriores (sonido, color) no hicieron más que reforzar su efecto hipnótico sobre el público.Naturalmente en aquellos primeros tiempos también se realizaron películas eróticas clandestinas, algunas de las cuales han sobrevivido hasta nuestros días y pueden adquirirse con libertad actualmente.Este tipo de imágenes siguen un patrón: son mujeres bonitas, sensuales, normalmente captadas en situaciones "comprometedoras", que destilan erotismo e ingenuidad por todos sus poros, que suele figurar en las portadas de revistas, comic-books y calendarios.El proceso fotográfico como algo realmente practicable se dio a conocer al mundo en 1835 por Louis Daguerre quien fue el célebre inventor del daguerrotipo (un primer tipo de fotografía impresa en plata o cobre plateado), con el que retrató esculturas de figuras desnudas.[19][20] Este formato en particular popularizó la reproducción masiva de las imágenes eróticas y diversificó sus usos, hasta nuestros días.Muchas pueden ser las causas para la realización de fotos eróticas: Un cumpleaños, una boda o la experiencia maravillosa del embarazo.El paso de los años evidenció una nueva realidad en el mundo cinematográfico: desnudar el alma ante la cámara ya no era suficiente, también tenían que hacerlo en cuerpo.D&G y Ryanair parecen basar toda su comunicación en un único principio: que hablen de mí, aunque sea mal.El principal problema de todos estos anuncios es la incoherencia entre el mensaje y el producto y/o marca que promocionan.Vemos claro en estos ejemplos que la promoción real de la marca se pierde muchas veces detrás del contenido sexual.Se han realizado varios estudios sobre como la publicidad afecta al consumidor, diferenciándolo por su sexo, edad, etc.Fueron realizadas investigaciones en Suecia y Estados Unidos que abordan la problemática del erotismo en la publicidad, con distinto grado de desarrollo: La tesis realizada por Hultin Marcus y Dundn Erik en el año 2004, denominada “Sexo en la publicidad: Cómo influye en hombres y mujeres jóvenes”,[22] plantea que si bien las empresas hacen uso de la atracción sexual en la publicidad, con frecuencia existen muy pocas investigaciones sobre cómo reaccionan los jóvenes frente a esta oferta.Por otra parte desde Florida en el año 2002, Christina Servedio realizó una tesis la cual denominó “Sexo en publicidad”.