Esta especie fue descrita originalmente en el año 1964 por los herpetólogos argentinos Jorge Washington Ábalos, Báez & Nader.
[7] En la Argentina se distribuye en las provincias de:[8] Catamarca,[9] Chaco —en el oeste—, Córdoba —en el norte y oeste—,[10] Formosa —en el oeste—,[11] Jujuy —en el este—, La Rioja —en el este—, Salta, San Luis —en el extremo norte—, Santa Fe —en el extremo noroeste—, Santiago del Estero y Tucumán.
[13] Se trata de un bosque xerófilo, denso y alto, donde dominaban el quebracho colorado santiagueño (Schinopsis lorentzii) y el quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco), siendo frecuentes el yuchán (Ceiba chodatii), el guayacán (Caesalpinia paraguariensis), el palo santo (Bulnesia sarmientoi), el guaraniná (Brumelia obtusifolia), muchas especies del género de los algarrobos, como el algarrobo negro (Prosopis nigra), el algarrobo blanco (Prosopis alba), el itín (Prosopis kuntzei) y Prosopis torquata, algunas especies de cactáceas de porte arbóreo como el quimil (Opuntia quimilo), el ucle (Cereus validus) y el cardón (Stetsonia coryne), la palmera carandilla (Trithrinax schizophylla), varias especies de espinillos (Acacia), etc.
Esta especie se distingue de todas las restantes Epicrates continentales por tener: Esta especie es denominada comúnmente boa arcoíris dado el resplandor multicolor que muestra su cuerpo cuando es exhibido a los rayos del sol.
[1] Es cazada por su cuero, aunque mayormente se la mata por el temor que generan todas las serpientes, especialmente las grandes.
También la afecta la captura para destinar los ejemplares al mercado de mascotas exóticas.