En este último caso, cambios climáticos habrían aislado a las formaciones arbóreas (el hábitat de la especie) en dos núcleos —uno oriental y otro occidental— y con ello separado en vicarianza en dos grupos a los integrantes de la especie, en sendos refugios glaciales pleistocénicos —teoría de los refugios pleistocénicos—[1][2] provocados por periodos secos y fríos los que redundaron en una contracción en la distribución de las selvas perennifolias, las cuales se refugiaban en dichos núcleos, en donde aún permanecían las condiciones climáticas que les eran favorables.Las crías abandonan el nido a las 8-9 semanas de edad y seguirán siendo alimentados por los progenitores durante algún tiempo más.Se ha reportado consumo de sus pichones en el propio nido por la boa arcoíris argentina (Epicrates alvarezi).En cautiverio, los ejemplares de esta subespecie se reproducen con relativa facilidad.En los hogares son aves muy longevas, pues pueden vivir cerca de medio siglo.Escapan del cautiverio con suma facilidad —al tener gran detalle en la movilidad de su pico, lengua, y patas— por lo que es frecuente que forme, parejas, grupos, e incluso grandes bandadas en ciudades donde el taxón originalmente no habitaba.Es una subespecie aún bastante difundida en algunas áreas de su distribución, aunque ha desaparecido o es rara en otras.Este taxón sufrió una intensa extracción durante la década de 1980,[8] el objeto de ser comercializado como mascota, lo que obligó a la Argentina a establecer, en 1992, cupo cero para su exportación.Unos 700 pobladores rurales criollos y aborígenes colectan pichones de nidos perfectamente individualizados.En este caso, se captura loros habladores voladores, en fincas con plantaciones citrícolas, como una medida para mitigar el daño que ocasionan a las frutas.Cada loro colectado cumpliendo las normativas del proyecto es numerado mediante un anillo, y se lo exporta junto a un folleto que certifica su origen legal.Los campesinos reciben el 600 % más de dinero por cada pichón entregado, con lo cual, muchas familias pudieron comprar las tierras donde vivían.