Si, aun siendo una persona adulta, no presta los servicios de forma voluntaria, se considera esclavitud o servidumbre.
[3][4] El concepto moderno de «trabajador», como el de «empresario», surge con la Primera Revolución Industrial durante el siglo XIX[5] y se consolida durante la denominada Segunda Revolución Industrial.
En el manifiesto comunista, Marx y Engels, definen al conjunto de trabajadores dependientes como proletariado:
Si una sentencia decreta la "laboralidad" de una relación entre una empresa y una persona (como un repartidor autónomo, frecuentemente denominada con el anglicismo rider), entonces lo que se decreta es que la persona es empleada de esa empresa,[14] con todas las obligaciones que eso conlleva (nómina regular,[15] pago de la seguridad social, etc.).
El camino que tome esta cuestión puede tener importantes consecuencias para la organización del mercado de trabajo, las pensiones y la protección social.