En 1986 tras el destape del escándalo Irangate, el congreso estadounidense detiene todo presupuesto para la Contra, y esta se ve imposibilitada de mantener su lucha.
Mientras, el gobierno Sandinista no podía seguir manteniendo una guerra impopular que había socavado la economía a finales de los años 1980, Nicaragua se quedó sin el apoyo de la Unión Soviética, en pleno colapso político y económico.
La única encuesta que acertó el resultado, la única dirigida por un sociólogo, utilizó una modalidad técnica poco usual para incluir el “voto oculto” de los sandinistas que para conseguir la paz tenían la intención de votar por la UNO.
Para lograr esto, en la pregunta clave “si las elecciones fueran ahora, ¿por quién votaría?” se usó una urna similar a la que se utilizaría en las elecciones, recreando las mismas condiciones de secreto.
Tras conocerse los resultados, el Presidente Daniel Ortega reconoció públicamente su derrota al felicitar a Violeta Barrios de Chamorro.