La vegetación clímax preponderante fue siempre de arbustos espinosos siempre verdes, bioma comúnmente conocido como chaparral (por la especie típica Quercus coccifera o chaparro) en su mayor parte degradado actualmente a romerales, tomillares o aliagares.
El mesoclima está condicionado por la humedad edáfica en algunas zonas y las frecuentes nieblas, sobre todo durante los anticiclones invernales, que humedecen de forma más marcada la ladera norte o la parte alta de determinadas colinas con condiciones topográficas especialmente favorables para la condensación.
Entre las especies dominantes presentes (aunque hoy en día muy escasas) hay Quercus coccifera, Quercus ilex o el Acer monspessulanum que sirven de abrigo, alimento y sombra a la fauna y flora local.
Gracias a esto varias de las especies presentes son consideradas raras o están extinguidas en el hábitat estepario, y con ellas las especies animales invertebradas que dependen de ellas, (como coleópteros, ortópteros no voladores, lepidópteros...).
La topografía y la masa forestal constituyen los factores modificadores del tipo de clima dominante.
En verano las elevadas temperaturas contrastan con las umbrías del bosque de ribera mucho más frías y húmedas.
La escasez y el marcado carácter estacional de las lluvias, más frecuentes en otoño e invierno, unido a las altas temperaturas hace que no existan manantiales o arroyos permanentes durante todo del año (salvo el arroyo del Barranco Salado, en Torres de Berrellén).