En español existen desde hace muchos años los verbos verdear (tirar a verde, cubrirse de hojas),[2] del que deriva el sustantivo verdeo (recolección de aceitunas inmaduras;[3] verdeamiento no está recogido por la RAE), y reverdecer (cobrar nuevo verdor),[4] del que deriva el sustantivo reverdecimiento, usado generalmente en sentido metafórico.
Por lo general, esto requiere medidas técnicas, como movimiento de tierras o guías para plantas trepadoras.
Si se emplean plantas adaptadas a las condiciones de humedad o sequía del entorno, puede no necesitarse riego adicional.
Si es sostenible, resulta la medida más eficaz para el desarrollo económico de las zonas áridas, disminuye el calentamiento mundial y mejora el clima local.
Israel, con su empeño por reverdecer el desierto del Néguev ha sido durante mucho tiempo pionero en este campo (ver Bosque de Yatir).
[11] La ecologización puede aliviar los factores estresantes de un entorno urbano, brindando más oportunidades para experimentar tranquilidad, reducir el ruido e inducir efectos refrescantes.
Naturalizar esa zona implica retirar el asfalto y plantar vegetación igual a la circundante.
[16] Por lo tanto, las escuelas son una excelente herramienta para las iniciativas de ecologización que involucran a los niños en los espacios urbanos.
[13] En Barcelona, España, las iniciativas de ecologización escolar brindaron más oportunidades para que los niños pasaran tiempo al aire libre y redujeron las desigualdades en el acceso residencial.
Por ejemplo, en Brookline, Massachusetts (Estados Unidos), la Florida Riffin Ridley School tiene una huerta que es mantenida por maestros, estudiantes y padres.
[21] Se pueden agregar plantas a las oficinas y espacios de trabajo para ayudar a que las personas se centren, reducir los niveles de estrés, aumentar la creatividad, mejorar la calidad del aire y brindar atractivo estético.