Infraestructura verde

El concepto de “infraestructura verde” (o ecológica) se emplea más para ecosistemas terrestres, mientras que “infraestructura natural” se refiere a una visión más integral que abarca diferentes tipos de ecosistemas.

[3]​ La inversión en una infraestructura verde tiene una lógica económica: mantener la capacidad de la naturaleza, por ejemplo, mitigar los ejemplos negativos del cambio climático, es mucho más rentable que sustituir esos servicios perdidos por soluciones tecnológicas humanas mucho más costosas.

Este se genera con una planificación de territorio estratégico que admita investigar las interacciones espaciales entre distintos usos del suelo en una zona geográfica definida.

Además, aumenta el valor de las propiedades al hacerlas más atractivas para compradores e inquilinos interesados en sostenibilidad.

Para los gobiernos, es una herramienta para fomentar la construcción ecológica mediante políticas e incentivos, mientras que las entidades financieras pueden reducir riesgos exigiendo la certificación como condición para el financiamiento.

En este contexto, la integración de Infraestructura Verde en los centros educativos es esencial para adaptar las construcciones a modelos más sostenibles, que no solo promuevan el bienestar estudiantil, sino que también contribuyan a la sostenibilidad del planeta.

Un considerable porcentaje de estudiantes asiste a escuelas sin acceso adecuado a agua potable, saneamiento o electricidad, lo que subraya la necesidad de seguir invirtiendo en infraestructura educativa que sea tanto sostenible como resiliente ante los efectos del cambio climático.

Estos proyectos incluyen lineamientos específicos para territorios en la región, así como investigaciones sobre el confort en los establecimientos escolares.

Estas soluciones no solo contribuyen a la adaptación al cambio climático, sino que también mejoran el bienestar de estudiantes y docentes.